Ya sea que un niño haya experimentado personalmente un trauma, que sólo haya visto el suceso en la televisión o que lo haya oído hablar a los adultos, es importante que los padres y los maestros estén informados y preparados para ayudar si comienzan a producirse reacciones al estrés.
Los niños pueden responder al desastre demostrando miedos, tristeza o problemas de comportamiento. Los niños más pequeños pueden volver a patrones de comportamiento anteriores, como mojar la cama, problemas de sueño y ansiedad por la separación. Los niños mayores también pueden mostrar ira, agresión, problemas escolares, tomar riesgos peligrosos o retraimiento. Algunos niños que sólo tienen contacto indirecto con el desastre pero que lo presencian en la televisión pueden desarrollar angustia.
Las sugerencias para ayudar a tranquilizar a los niños incluyen lo siguiente:
El contacto personal es tranquilizador. Abraza y toca a tus hijos.
Proporcione con calma información fáctica sobre los acontecimientos recientes y los planes actuales para asegurar su seguridad junto con los planes de recuperación.
Anime a sus hijos a hablar de sus sentimientos usando un termómetro de escala de 1 (bajo) a 10 (alto). En el caso de los niños más pequeños, preste atención a lo que están comunicando a través de juegos no estructurados.
Pasa tiempo extra con tus hijos, por ejemplo, a la hora de dormir.
Reestablece tu rutina diaria para el trabajo, la escuela, el juego, las comidas y el descanso.
Involucre a sus hijos dándoles tareas específicas para ayudarles a sentir que están ayudando a restaurar la vida familiar y comunitaria.
Elogia y reconoce el comportamiento responsable. Comprenda que sus hijos tendrán una serie de reacciones.
Anime a sus hijos a que ayuden a crear o actualizar su plan familiar de desastres o crisis.
Si ha tratado de crear un entorno tranquilizador siguiendo los pasos anteriores, pero su hijo sigue mostrando una angustia inconsolable, si las reacciones empeoran con el tiempo o si causan interferencias en el comportamiento diario en la escuela, en el hogar o en otras relaciones, puede ser apropiado hablar con un profesional. Puede obtener ayuda profesional del médico de atención primaria del niño, de un proveedor de salud mental especializado en las necesidades de los niños o de un miembro del clero.